La locura del amor

Qué locura se nos pasará por la cabeza para hacer las cosas que hacemos y que no debemos…

-¿Qué te ocurre?

-Nada -le dije, aunque en mi cabeza sabía que aquello no nos iba a llegar a ningún lado.

-Entonces, ¿por qué no me dices lo que te pasa por la cabeza?

No es que fuera una mala idea, Helena era una chica inteligente además de preciosa, pero algo me decía que no debía hacerlo. A pesar de ello, nos besamos.

-Dime, ¿cuál es la mayor locura que jamás has hecho?

-Estar contigo teniendo novio -respondió con esa sonrisa inevitable y la mirada de esos ojos con brillo admirado.

No dije nada y volvimos a besarnos. Sin embargo, ahora ya entendía por qué esos labios antes me habían sabido tan amargos.

La ilusión duró lo mismo que tardó ella en cruzar la calle y fundirse en un abrazo.

-¿Por qué no me has dicho nada? Esto no está bien.

-No te preocupes, lo suyo ya estaba acabado.

-Pero aun así, esto no está bien.

-No te preocupes, tú no has hecho nada malo.

Allí estaba él, siempre lo estuvo y siempre lo seguiría estando.

Da igual dónde él se vaya, o dónde esté ella.

Él siempre estará para ella. Ella, ella siempre será ella.